Bienestar

Enfrentando la paternidad en la pandemia

Lic. Jorge Marroquín/Psicólogo Clínico, especialista en primera infancia


Los niños conocen el mundo que los padres les presentan. El mundo que habitan es el mundo que conocen, en ese sentido los padres son los encargados de traducirles el mundo a sus hijos.

Los padres se encargan de codificarle el mundo a los niños. “Lo que hace el mico hace el mono”£ los niños aprenden por la recurrencia de las cosas, es normal lo que se ve y vale lo que se repite.

Las emociones se sienten y la forma en las que se expresan se define por como lo demuestran los que me rodean. El lugar de los padres siempre es privilegiado, es decir que la mirada y escucha de los niños va estar más atenta a lo que dicen y hacen. Es como una sonda entre los hijos y los padres. Padres ansiosos, hijos ansiosos / Padres reactivos hijos reactivos.

Sin embargo, también se aprende de los padres, hermanos, primos, vecinos y compañeros de clases, las respuestas a las cosas. El aprendizaje social suplementa el aprendizaje nuclear.

Habitualmente ese arreglo funciona bien. Entre más estable es el ambiente más fácil es transmitir estabilidad. Con las medidas que surgen con la pandemia se privilegió la virtualidad. Con la virtualidad de las interacciones, el aprendizaje social se ve limitado.

Una de las funciones sociales de la escuela como institución, además de “la escolarización” o la adquisición de conocimientos académicos; es liberar tiempo y espacio de los padres, que delegan esa parte de la crianza para agenciarse de tiempo para poder hacer otras cosas, por lo general trabajar.

El apego seguro se construye en ciclos de presencia y ausencia consistentes. La eterna presencia de los chicos en casa dificulta diferenciar los espacios de juego, recreación, aprendizaje y descanso. Muchos padres se tienen que encargar de procurar las conexiones y supervisar las tareas de la las clases virtuales, con sus retos. En chicos más grandes y adolescentes la posición es distinta. Pero con los chicos que anteriormente cuidaban de limitar su tiempo e interacción con pantallas trae otros retos.

Se adquieren destrezas sociales al jugar o interactuar con otros

Muchos de los juegos de infancia sirven para reforzar estas habilidades motoras, utilizando el cuerpo, siguiendo secuencias interactuando con otros. Las destrezas físicas en la primera infancia (0-3 años)los niños juegan para apropiarse del cuerpo usualmente lo reducen a términos de “motricidad gruesa y motricidad fina”. Lo importante de estas ventanas de aprendizaje es que se aprovechen temprano, entre más temprano se adquieren más tiempo hay para refinarla. En este aspecto la constancia y la consistencia también premian.

La pandemia cambió las reglas del juego. En términos generales los cambios siempre provocan resistencia. Los efectos de la pandemia resultan difíciles de medir. Como padres los efectos más notorios se verán en relación con sus hijos. Lo más habitual es la pelea por cumplir con horarios, no pararse en medio de la clase, hacer tareas, etc. Estos roces cotidianos provocan un desgaste en la relación. Es probable que los chicos se encuentren irritables o desmotivados . Se vean tristes o explosivos.

Es importante recordar que su función no es “evitar el aburrimiento a toda costa”, es normal que los chicos se aburran. Atender no es igual a entretener.

Como psicólogo sugiero implementar tiempos “libres de pantallas” después de clases. Implementar esto no es muy popular de entrada y puede generar resistencia y luego inaugura posibilidades, tener cajas con cosas para hacer, pintar o juegos con los cuales entretenerse. Lo importante es aprender a “hacer lo que se puede con lo que se tiene”.

A pesar de las restricciones es posible generar canales, organizar días de juego con otros chicos (primos, vecinos, compañeros del colegio); lo importante es asumir la responsabilidad del riesgo, pero tener momentos de interacción distintas, ayuda a mitigar la energía acumulada que incomoda a los niños.

Es importante recordar que no hay que desgastar el vínculo con los niños. Estar al tanto de las formas propias de expresar enojo o frustración. Las formas que se instalan en la infancia después castigan o premian en la adolescencia.

La ansiedad en niños va a surgir, pero es posible darles herramientas para que puedan lidiar con ella, como lo manejan los padres, da una idea de cómo lo manejarán los hijos.

A pesar de las limitantes sociales, hay que recordar que somos seres sociales. Aunque con restricciones podemos buscar a otros para abrir posibilidades, hay padres que se organizan para que sus niños reciban sus clases con compañeros que viven cerca y en grupos pequeños.

Y cuando las cosas llegan a excedernos saber que siempre es posible pedir ayuda, avocarse a profesionales;  no es necesario esperar a que algo esté roto para pensar que podría estar mejor.

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