Para y respira….
Cuántas veces hemos escuchado, leído, o dicho que el estrés es malo, que enferma e incluso mata.
Sin embargo, en plena época de millennials donde pareciera que ponernos como prioridad, la comodidad y el reconocimiento es algo que se da mucho más que antes. Frecuentemente se conoce de personas que a sus cuarenta años fallecen por ataques cardíacos y donde el diagnóstico muchas veces el causante detonador es el estrés, me hace cuestionarme, ¿por qué si la prioridad es la practicidad y la rapidez el auto reconocimiento inmediato, eso incrementa el estrés?
Cada día confirmo que la respuesta es porque vemos el estrés como algo dañino cuando realmente, el estrés es un mecanismo de acción de sobrevivencia desde la época Neandertal o sea una reacción natural del ser humano, cualquier organismo biológico responde al entorno para adaptarse a él, entendamos como estrés “un conjunto de respuestas fisiológicas a un estímulo. A veces es un impacto inesperado y otras veces es de baja intensidad, pero de larga duración” según Enric Corbera.
Se tiene la creencia que el lugar donde más estrés manejamos es en el lugar de trabajo, pero realmente no es así, el estrés está donde sea, ¿Entonces qué debemos hacer para contrarrestarlo?
He aquí tres pasos para disminuir el estrés:
1) Respeta la respuesta biológica de tu cuerpo, ve cómo reacciona cuando algo que te está molestando, tu cuerpo avisa, por eso se enferma, siempre el cuerpo te dará señales para reconocer que no estás bien, “para y respira” si se te dificulta esto y ya algo te duele es porque el estrés está instalado.
2) Observar nuestros pensamientos, es decir, nuestra interpretación de aquello que pasa, es fundamental para comprender que somos partícipes de nuestro estrés. Al creer que nuestros pensamientos catastróficos son verdad nuestro cuerpo se activa para salvarnos. Por eso cuando tenemos ansiedad lo primero que podemos hacer es observar qué nos estamos diciendo y explorar si eso que nos decimos ya nos lo hemos dicho anteriormente. Observar el discurso comunicativo sin participar de él, como quien observa una conversación de dos extraños.
3) Aumentar la conciencia, nuestro diálogo interno está en sintonía con nuestro estado de salud. Lo que constantemente nos decimos tiene que ver con nuestras creencias y nuestros valores que son los mismos que los de nuestra familia. Conocer la información que condiciona nuestra vida y que nos une a las personas de nuestro entorno y a nuestros ancestros nos da paz. Y esa paz, es el punto de partida para una mejor gestión de la ansiedad y el estrés.