Redacción: Magister Isabel Saravia, Psicóloga Clínica y Coach en Programación Neurolingüística.
mismo. Sé que al inicio suena raro y muy egoísta, hasta puede ser incomodo afirmarlo, pero es totalmente normal, porque no estamos acostumbrados a priorizarnos.
Desde pequeños nos han enseñado a practicar la generosidad con los hermanos, primos y amigos. Nos han llevado a hacer obras de caridad, a practicar la empatía y la compasión. Todo esto está bien. El problema es que hemos aprendido a hacerlo desde el miedo y por cumplimiento. Crecemos con la creencia fundamental de que “debemos darnos siempre a los demás para ser amados y aceptados”.
Al ser adultos seguimos operando desde ese programa mental que nos llevar a ser personas complacientes, y a priorizar lo que otros quieren viviendo la auto traición. Esto nos lleva a decirle SI a los otros de forma constante – por miedo a ser juzgados, rechazados, criticados, abandonas, heridos, etc.- y decirnos NO a nosotros.
A su vez, nos afecta porque si un día quiero decirle a mi mamá o a una amiga “hoy no me quiero juntar contigo, necesito descansar y priorizar mi bienestar”, en ese momento va a aparecer la culpa (esta surge cuando se rompe una norma interna aprendida en la infancia) y surge el auto diálogo interno: deberías de haberle dicho que sí, eres una mala persona, que egoísta eres, que mala amiga/hija eres…
Esto nos lleva a vivir para los otros, desconectarnos de nuestras necesidades emocionales, ser complacientes, no saber poner límites, sentir culpa cuando queremos estar a solas o disfrutar de nuestra compañía y a tener un gran desconocimiento sobre nuestra persona, porque nunca tenemos tiempo para nosotros, solo para los demás. Hay un dicho que dice “Nadie ama lo que no conoce”.
Te invito a reflexionar las siguientes preguntas: ¿De 1 a 10, que tanto te conoces al día de hoy? ¿De 1 a 10, cuánto tiempo te dedicas para ti? (Que no sea bañarse, comer, ir al gimnasio…). Se las suelo hacer a mis pacientes en la primera sesión, y la mayoría me responden de 0 a 5. Es decir que no se conocen, no se priorizan ni se dedican tiempo. Y el poco tiempo que se dedican no lo disfrutan porque surge la culpa y pensamientos sobre ser egoístas o no saben disfrutar de su compañía porque no se conocen a sí mismos.
Conocerse a profundidad lleva tiempo porque somos seres en constante cambio. También cuesta conectar con nuestra esencia y autenticidad porque toda la infancia y adolescencia (por lo menos por 20 años de nuestra vida), crecimos escuchando afirmaciones de nuestros cuidadores acerca de lo que nos “gusta” o “disgusta”, sus propias creencias y valores. Aprendimos su forma de operar y como adultos solemos repetir conductas que no son propias.
He trabajado con varios clientes que no saben estar a solas con ellos mismos por tener creencias como: “Que van a decir/pensar los demás si voy sola al cine / a tomar un café”. Para disfrutar de tu compañía necesitas conocer que actividades y pasatiempos te gustan hacer; y reservar tiempo para ti.
Algunas herramientas para empezar a conocerte son: Practicar la meditación, journaling, mindfulness, abrirte a la curiosidad y cuestionar tus creencias en lugar de castigarte, escuchar podcasts, leer libros, tomar un taller, ir a terapia, establecer límites en tu vida, escucharte más en lugar de apagar la voz interna de la intuición, priorizarte más, aunque surja el miedo y la culpa. ¿Estás listo para conocerte mejor y así disfrutar de tu compañía?