– Dra. Alejandra Flores, Psiquiatra.
Quien sufre un ataque de pánico experimenta, por unos minutos, un miedo extremo, angustia intensa, una sensación de pérdida de control sobre su cuerpo, su mente y su situación. En esos instantes la persona puede sentir que se va a morir, o que se va a volver loca. En este estado, la persona tiene graves dificultades para cumplir sus roles sociales, familiares, laborales, etc.
Como la palabra ataque sugiere, estos episodios se producen de manera súbita. Pueden durar, aproximadamente entre uno y diez minutos, aunque a veces pueden durar más.
Muchas veces las personas confunden los síntomas de estos ataques con las señales de un infarto: taquicardia, sudoración profusa, nudo en la garganta, temblor fino en los dedos de las manos, mareos y náuseas. Esta confusión puede aumentar el miedo, ya de por sí característico de estos ataques, y puede alarmar en gran medida a las personas que están a su alrededor.
Los ataques de pánico pueden ocurrirle a cualquier persona, sin embargo son más frecuentes en quienes tienen rasgos de personalidad vinculadas a la ansiedad. También a quienes hayan tenido un incidente traumático muy fuerte como un asalto, un ataque directo, violencia sexual, etc. También son propensos quienes han tenido un historial familiar en donde alguno de los padres generaba un clima hostil durante la niñez.
Otros incidentes que pueden ocasionar estos ataques son una separación, divorcio, infidelidad, muerte de alguien cercano, perder el trabajo, estar en una situación de alto riesgo como una pandemia o un desastre natural, una guerra, entre otras.
A veces los ataques de pánico pueden ocurrir como efectos secundarios de algunos medicamentos. El tratamiento para estos pacientes puede ser impartido por profesionales de la psicología o la psiquiatría, mediante terapia. Para lograr controlar estos ataques, el psiquiatra emplea un tratamiento integral, es decir, que además de la terapia utiliza psicofármacos. Según el caso, puede utilizarse un antidepresivo con efecto ansiolítico y alguna benzodiacepina. Sin embargo, es importante no contribuir a generar una dependencia de estos fármacos. Este tratamiento integral produce resultados más rápidos que una terapia únicamente psicológica.
Cualquier profesional de salud puede iniciar el tratamiento de un paciente que sufre un ataque de pánico utilizando técnicas de control de la respiración, métodos de relajación, y otras prácticas de primeros auxilios.
Para prevenir los ataques de pánico es muy útil llevar una vida equilibrada, lo que implica una alimentación balanceada, rutina de ejercicios constante, evitar la vida sedentaria, evitar el uso de drogas, el abuso del alcohol, tabaco, cafeína, etc.
Es importante, para quien sufre este tipo de ataques, evitar sentirse estigmatizado, ya que este padecimiento le puede suceder a cualquier persona. Para ello es necesario acceder a información acerca del tema. Esta información debe ser fidedigna, es decir, proveniente de fuentes confiables tales como revistas científicas, centros de investigación, hospitales, etc. Hay que evitar información poco confiable, por ejemplo aquella que no proporciona referencia a sus fuentes (como cadenas de chat, “noticias” de facebook, etc.)
Finalmente, es de gran ayuda una actitud de apertura a recibir atención por parte de profesionales de salud mental, que son quienes mejor pueden ayudar a solucionar este problema.
