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Importancia de la psicoterapia en las familias durante la pandemia

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Licda. María del Rosario Méndez/Psicóloga


El coronavirus entró de lleno a nuestras vidas, el gobierno extremó medidas y activó mecanismos drásticos para intentar frenar la expansión del contagio entre la ciudadanía e incluso el país se declaró en alerta roja, por lo tanto, la población asumió en este nuevo escenario, un mensaje de máxima alerta que afecta a sus hábitos y relaciones cotidianas, pero también a su salud mental.

La situación social y el aislamiento nos enfrentan al surgimiento de diversos pensamientos negativos (muchas veces catastróficos), emociones derivadas de estos y conductas poco deseadas o saludables. Ante esta situación es de esperar que muchas personas estén experimentando altos niveles de ansiedad y estrés, acompañados de sensaciones de incertidumbre, soledad y miedo.

La perspectiva, es dura. Para empezar, como se menciona anteriormente, la situación obliga a cambiar, drásticamente, de ritmo. Y eso cuesta en una sociedad bastante acostumbrada a una hiperactividad  a la que los pequeños no son ajenos. En los últimos años los niños han sido arrastrados a unas existencias frenéticas. A unas jornadas en las que escasean el juego libre y las horas sin pautar que han sido sustituidos por agendas llenas, que incluyen las horas de colegio, extraescolares, pantallas y constantes actividades.

Indudablemente este cambio abrupto de rutina, no solo impacta con cierta intensidad y fuerza a nivel individual, sino que opera en el núcleo familiar entero y exige que se tomen ciertas medidas tanto a nivel de la salud psíquica como física. Es decir, un evento de tal magnitud exige volcar el foco y mirada hacia nosotros mismos, generando y poniendo en funcionamiento estrategias quizás nunca efectuadas o experimentadas.

Dentro de los padecimientos más comunes a raíz de la situación vivida podemos encontrar desde síntomas aislados como el insomnio hasta trastornos como la ansiedad, depresión o trastornos de estrés postraumático (TEPT), como a nivel de pareja, presentando conflictos, separaciones, divorcios, aumento de la violencia de género, entre otros. En los pacientes afectados por la enfermedad se identifican reacciones emocionales como el miedo, aburrimiento, soledad, ansiedad y rabia, condiciones que pueden evolucionar en distintos trastornos como la depresión, síntomas psicóticos, TEPT, ataques de pánico incluso pudiendo darse situaciones de suicidio (dicha evolución es más probable en pacientes en cuarentena). En relación con el periodo de la “Nueva Normalidad”, autores como
Campbell y Savage (2020) consideran que los motivos de consulta serán la ansiedad, la depresión y los trastornos obsesivos-compulsivos.

Hay dos situaciones que afectan de manera significativa el plano psicológico, una de ellas es la falta de experiencias previas y la otra la incertidumbre, generado estados emocionales de miedo o pánico que actúan como alarma frente a situaciones desconocidas para alertar al cuerpo y buscar la organización. Pensar en el coronavirus constantemente puede hacer que aparezcan o se acentúen síntomas que incrementan el malestar emocional.

A continuación se enlistarán algunas pautas a tomar en cuenta para un buen manejo de este tipo de situaciones:

Se pueden identificar tres factores que agravan la situación de convivencia entre los miembros de la familia durante el confinamiento; en primer lugar, la proximidad, ya que el espacio físico es limitado y cada grupo del sistema demanda su espacio personal. En segundo lugar, las dificultades anteriores como frustraciones o conflictos no resueltos. Y en tercer lugar, la ausencia de mirada exterior, ya que la familia pasa a ser una institución cerrada sobre sí misma (Neuburger, 2020). Si éste tipo de problemáticas están presentes dentro de la familia y están causando un deterioro significativo en la vida del individuo es importante implementar estrategias para gestionar ésta problemática y de ser posible solicitar la ayuda de un profesional.