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Melasma

Conocido como “paño”, esta es una condición adquirida, crónica y recurrente que consiste en la pigmentación de la piel en áreas expuestas al sol siendo más frecuente el rostro. Sus características clínicas consisten en la simetría de las lesiones, en su topografía (facial: frente, nariz, mejillas, supralabial así como extrafacial) y su color marrón-oscuro. Este padecimiento suele presentarse en mujeres, con edad promedio de 30 años, de piel oscura (morenos) y con fuerte exposición al sol. 

Tres puntos clave que deben destacarse:

  1. A pesar de que muchas de las personas con esta entidad refieren no exponerse al sol; existen otras radiaciones que lo empeoran como el reflejo de las ventanas, las pantallas del computador y lámparas.
  2. El automedicarse es los errores más grandes ya que muchas de las cremas con “blanqueadores” a largo plazo provocan efectos secundarios irreversibles además de provocar irritación y empeorar las manchas.
  3. El melasma no se asocia con enfermedad hepática (del hígado) pero si puede asociarse con enfermedad tiroidea.

Sus causas incluyen factores genéticos, hormonales y radiación ultravioleta además de ser un cambio fisiológico en el embarazo y como efecto secundario de los anticonceptivos orales. 

El diagnóstico es primordialmente clínico, aunque nos apoyamos de un método llamado Luz de Wood para su posterior clasificación en melasma epidérmico, dérmico o mixto lo cual es de ayuda al momento del tratamiento y pronóstico. 

La calidad de vida se ve afectada negativamente de quienes padecen esta entidad por lo que el tratamiento no se trata solamente de la parte cosmética. 

Existen actualmente muchas alternativas tópicas como los retinoides, varios tipos de ácidos (azelaico, kójico, ascórbico, glicólico, etc), alternativas sistémicas como el ácido tranexámico o el polypodium leucotomus, opciones de quimioexfoliación (peelings) y láser.

Si bien hay muchas opciones terapéuticas lo indispensable es el uso de diario, constante y permanente del protector solar independiente del grado de severidad del melasma. Este debe consistir en un SPF alto (50-60) con pantalla solar (dióxido de titanio u óxido de zinc) así como un absorbedordel pigmento (óxido de hierro). La reaplicación debe realizarse cada 4 horas como máximo, capa sobre capa, con una cantidad suficiente que ocupe un pulpejo y que cubra generosa y ampliamente el área a tratar. Es indispensable el cambio de hábitos como el uso de ropa y complementos (sombrero de ala ancha, gafas, sombrilla) para el tratamiento y control del melasma.

Por lo antes mencionado, es de suma importancia consultar con tu dermatóloga para que haga un análisis de tu problema y pueda brindarte el mejor tratamiento.